I Cuando el pecho aprieta tan fuerte que solo queda con-templar. Y en la contemplación lo otro y lo uno se funden. Y en la fundición está la Gran Iglesia. El placer de la emoción traducida en el pecho como aire contenido. Y se infla hasta explotar el corazón! Templar es hacerse templo. Y me templo. Y sonrío. Y agradezco; como si de pronto la vida ya no me perteneciera. II Las miro y pienso y caigo en la cuenta, son tan pequeñas mis manos! que todo mi ser se avergüenza. Son tan pequeñas todas las manos que se torna irrisorio hablar siquiera de control. Cierra puño/ abre puño/ Solo hay aire. Nada esta en mis manos. Abre puño/ Cierra puño/ encuentra pulgar. Y allí mismo entiendo: el primitivo reflejo de querer asir es la expresa busqueda de apoyo. La mas hermosa de las vulnerabilidades. La que confirma la más alegre de las reglas. Que no estamos solos.