Ahora somos uno. Somos dos al mismo tiempo. Estas palabras con la voz de tu interior. Este ser con tu cuerpo.
Por un instante.

16/11/13

bosquejo








Ella junta hongos en el bosque,
camina,
arroja miradas perdidas.
Y anda con el paso cuidadoso
de quien no mata
una hormiga.

Y si su cuerpo tirita
es por la pena,
que a través del temblor
se expresa,
haciéndose carne,
haciéndose
ser.
Cómo es que entre tanto verde
hay lugar para el negro,
me pregunto.
Pero ella
sólo ve colores,
es índiga;
y la niña no se pregunta
porqués,
no busca consuelo,
no rie, ni llora;
porque sabe que no es dueña
ni siquiera,
del dolor.
Su plexo,
sus manos
y sus dedos son
simples albergues
transitorios.
De la calma
y la contienda;
lo grande
y lo pequeño.
lo vulgar
y lo supremo.
Y a ninguna emoción
le pondrá letras.
Una ráfaga de aire
es más que suficiente
para borrar lo que trae la mente.
De tan claro se vuelve inconsciente.
Es que la obviedad suele ser
el mejor escondite.
Eso bien lo saben
los hongos,
que se posan evidentes
y pasan desapercibidos.
y bien lo sabe la niña,
que sólo atiende
a lo desconocido.